Míster Balón

Copérnico lo dijo primero, Galileo lo propagó: "La tierra es redonda, igual que un balón de fútbol".


El buen momento de Rafael Van der Vaart en el Real Madrid es una prueba más de lo cambiante del fútbol. El holandés, que estaba hace dos meses fuera del equipo de Concha Espina, es ahora titular de los blancos y está cuajando buenos encuentros como el del pasado fin de semana en Mestalla. El hecho es que el ex del Ajax siempre fue un buen futbolista, dotado de un excelente disparo desde larga y media distancia, una gran visión de juego y una buena capacidad asociativa. No es un futbolista a desdeñar, es un jugador de calidad que con confianza puede rendir a un gran nivel. Además, tiene espíritu de lucha. El problema fue que a su llegada fue desplazado al carril izquierdo cuando no es un jugador rápido ni de desborde, por lo que la temporada pasada su fracaso en la convulsa temporada pasada no fue una sorpresa. Si fichas a un especialista y lo pones en otra posición a realizar otras funciones está claro que no tienes muchas papeletas para llevarse el premio en la rifa. Ahora, tras la lesión de Kaká, sí que está jugando a un gran nivel y el equipo está creciendo junto a él. Es más, diría que el Madrid está jugando mejor con él que con el astro brasileño porque es menos individualista y le imprime al juego más pausa y más visión de juego, además de sacrificarse más en defensa. Está aprovechando su oportunidad. Podemos decir que Van der Vaart está sacando el máximo partido a su situación actual.

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