En estos momentos tenemos la duda de si Mourinho será uno de los grandes entrenadores del Real Madrid o conseguirá los mismos títulos que López Caro o Luxemburgo, osea cero. Lo que sí se ha encargado el portugués de conseguir es el título de técnico más maleducado y engreído que ha tenido la Casa Blanca en su historia. Técnicos como JB Toshack o Bernd Schuster, que también las tuvieron con la prensa y daban llamativos titulares, nunca se mostraron tan zafios como el entrenador que hoy en día se sienta en el banquillo del equipo de casa en el Bernabeu. Desde luego que la arremetida de Mou contra Pellegrini está fuera de lugar por el mero hecho de que el chileno dijera que a estas alturas de temporada llevaba una mejor campaña en Liga. Eso es cierto, como también es cierto que el Madrid le despidió a pesar de ello y le abonó los cuatro millones de euros de la temporada actual que tenía por contrato. Y lo hizo el Real Madrid para abrazarse a un portugués que hoy lleva menos puntos que el equipo merengue la campaña anterior. Ahora, decir que él nunca entrenaría a un club como el Málaga después de pasar por el Madrid es un desprecio gratuito contra dos, un técnico educado de sobrado prestigio y un club como el Málaga, que no se merece. Iguales desprecios que ha hecho esta temporada con Preciado, con Manzano y con tantos otros técnicos, jugadores (Pedro León, Canales...). Mou se cree el rey del Mambo. El problema es que después de que el club le trajera a Adebayor se está quedando sin excusas si no consigue un título esta temporada y qué mejor que poner el ventilador, criticar a todo lo que se mueve y culpar a los demás del posible fracaso. El Real Madrid juega este año mejor que el año anterior (quizá es por gente nueva que ha llegado como Ozil y Di María), pero también es cierto que se ha convertido en un club pendenciero, desafiante y malencarado. Lo que nunca ha sido la entidad de Chamartín. Un precio caro, que sólo vale otra Champions, cualquier otro título no vale tanta bobada y tanto descrédito. Y es que recuerdo que un entrenador a quien nunca nombraron mejor entrenador del mundo y que, desde luego, tampoco se lo llamó ha sí mismo, un tal Jupp Heynckes, alemán para más señas, ganó en 1998 la ansiada Copa de Europa sin necesidad de hacer el idiota todo el año y con una plantilla bastante menos cara que la actual.