Míster Balón

Copérnico lo dijo primero, Galileo lo propagó: "La tierra es redonda, igual que un balón de fútbol".



Hoy he recordado a Mark Hateley, aquel a quien en los 80 llamaban Atila. En la vida como en el fútbol la mayor parte de  las veces es más importante tener fe en lo que haces y en quien eres que otras cosa valoraciones. Hateley era una delantero a la antigua usanza, un rematador sin ninguna calidad en los pies. Sin embargo, Mark llegó a jugar en el AC Milan, en el Calcio.Comenzó su carrera en el Coventry y luego pasó al Postmouth para posteriormente fichar por el club italiano. No fue nunca una figura ni un estilista, pero hacía goles. Posteriormente, en el año 1987 pasó al Mónaco de Arsene Wenger, donde ganó un campeonato liguero. Dejó atrás el equipo francés y emigró al Glagow Rangers donde ganó cinco títulos ligueros escoceses. Ya a sus 34 años, y al borde de la retirada, fichó por el Queens Park Rangers. Terminada esa temporada y medio retirado fue rescatado por los Rangers debido a una plaga de lesiones en su delantera. El bueno de Mark Hateley regresó al club del que se había despedido y le dio tiempo todavía a ganar otro título liguero. Esa fue la trayectoria de un futbolista de lucha, de brega, de pocas condiciones, a quien llamaban Atila y que hizo una trayectoria para enmarcar. Una lección para todos esos futbolistas inconstantes que lo confían todo a su clase y a sus condiciones.

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