Míster Balón

Copérnico lo dijo primero, Galileo lo propagó: "La tierra es redonda, igual que un balón de fútbol".



El empate sellado ayer en el partido entre el Liverpool y el City deja a las claras que el proyecto de Rafa Benítez para el ejercicio 2009-2010 se ha quedado en la cuneta a las primeras de cambio. Antes de llegar a diciempre los de Anfield ya saben que no tienen nada que hacer en la larga temporada que tienen por delante, afortunadamente acortada por el Mundial de Suráfrica. El prestigioso técnico madrileño debería analizar de una vez por todas, si es que no le señalan antes la puerta de su casa ("go home"), por qué sus equipos fallan una vez tras otra en la Premier. Y no vale hablar de presupuestos, porque el Arsenal con menos dinero hace campañas tan meritorias como los diablos rojos y con menos dinero. Y el Manchester United, que este año ha vendido a Cristiano Ronaldo y Tévez, se mantiene como perseguidor del gran Chelsea de Carlo Ancelotti. Uno veo jugar al Liverpool y lo cierto es que no dice nada. Tan sólo unos voluntariosos futbolistas con un gran vigor y en un gran estado de forma persiguiendo una pelotita sin dar un segundo de tregua, pero sin una gota de talento. Ese es el equipo que ha conformado Benítez. Un plantel muy disciplinado, muy enérgico pero carente de improvisación, fantasía y desequilibrio. Y es el equipo que ha querido hacer Rafa. Con Aquilani en la enfermería y con todo por demostrar en el fútbol inglés, es cierto que las ausencias de Gerrard y la de Torres son difíciles de disimular, pero es que tras ellos apenas hay nada: un Benayoun venido a más, un Glen Johnson que sube que te sube por su lateral derecho, un Riera que alterna subidones con fases depresivas y un Kuijt que siempre está pero que no le pidan regates ni visión de juego. Ah, y Mascherano y Lucas Leiva repartiendo juego cuando lo que saben hacer es pasar la aspiradora donde juegan los medioscentros creativos. Me temo que este año el equipo se va a ir al garete y Rafa tiene más cerca que nunca la puerta de salida del viejo estadio de los Shankly, Dalglish e Ian Rush. Sólo la contratación en el mercado de invierno de los dos o tres apliques necesarios para reflotar el barco evitarán su hundimiento.

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