Míster Balón

Copérnico lo dijo primero, Galileo lo propagó: "La tierra es redonda, igual que un balón de fútbol".

"Faltó gente que me dijera a tiempo cuando debía soltar la pelota, cuándo regatear. Alguien que moldeara mis condiciones naturales. Porque yo era un jugador diferente, poco normal. Ahora aspiro a desarrollar esta tarea con los chavales". Son palabras de Onésimo Sánchez, ex jugador del Real Valladolid, Barcelona, Cádiz, Rayo Vallecano y Burgos, entre otros. Las palabras de alguien que reconoce haber desperdiciado un innegable talento por no centrarse en mejorar sus condiciones, mejorando en sus defectos y haciendo un buen uso de sus muchas virtudes. La carrera futbolística de Onésimo es la de un deportista con unas condiciones extraordinarias pero mal enfocada, abusaba de sus condiciones para el regate en todas las zonas del campo convirtiéndo en estériles sus muchas virtudes. Onésimo fue uno de los jugadores con mejor uno contra uno de Europa, un delantero con chispa, con una técnica y un regate endiablado, buen pasador (cuando la soltaba) y poco goleador. Es curioso que un futbolista con una carrera tan errática haya dejado tan buen recuerdo y tanta impronta en la memoria de muchos espectadores de las décadas de los 80 y los 90. Hasta Johan Cruyff se fijó en él y lo fichó para su Barcelona, pero una vez en la ciudad condal jugó muy poco y al año siguiente lo devolvió al Valladolid. El denominado "rey del regate" pudo haber sido más pero no quiso o no supo hacerlo. En definitiva, fue un "chupón" sin remedio, había un balón para él y otra para el resto. Pero verle jugar era un deleite... hasta que el entrenador le sustituía harto de su anarquía.

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