Rezar es pecado, al menos en el campo del Glasgow Rangers, parece que le ha dicho su entrenador Alex Ferguson al jovencisimo futbolista mexicano de su equipo Chicharito Hernández. El jugador, una de las apariciones más descollantes del último año en el fútbol internacional, tiene la costumbre de arrodillarse y rezar una plegaria al inicio de los partidos, pero parece que esta acción produce más inquietud entre algunos rivales que sus movimientos en el área. Dicen que si hace un gol la grada enmudecerá, que si hace dos la grada callará, pero que si se arrodilla a rezar antes del partido la bronca puede ser monumental. Chicharito inició esta costumbre desde que comenzó a jugar al fútbol profesional en México y el Manchester United cuando le contrató ya sabía que venía con todo el pack: con sus goles y con su fe. Y, por ende, su fe en sus goles. En definitiva, que ahora resulta que cuando un futbolista reza en público muchos se ponen nerviosos.