Míster Balón

Copérnico lo dijo primero, Galileo lo propagó: "La tierra es redonda, igual que un balón de fútbol".


Un Real Madrid-Barça nunca defrauda. Es un encuentro donde la emoción supera al juego, donde la intensidad rebasa al virtuosismo. Sin embargo, el partido de ayer, el menos importante de los cuatro que disputarán ambos equipos en los próximos días, dejó ver varias cosas muy claras. La primera, que hoy por hoy el Barça sigue estando varios escalones por encima del Madrid. La segunda, que el entrenador blanco José Mourinho está dándole vueltas a la manera de frenar el juego azulgrana y que no va a escatimar recursos para parar el caudal futbolístico de los catalanes. Eso significa que si Pepe (ayer el mejor de su equipo) tiene que ser utilizado para jugar en distintas fases del partido como un tercer pivote junto a Alonso y Khedira, o como tercer central, Mou no tendrá ningún problema para utilizarlo. El Real Madrid, como el Inter de Mou, asume su inferioridad respecto al Barcelona. Eso quiere decir que, como no podía ser de otra manera, el Madrid conformará su alineación titular en función del Barcelona sin siquiera intentar imponer un estilo de juego.
Por lo que respecta al equipo blaugrana, en el partido de ayer su entrenador Pep Guardiola demostró la confianza que tiene en su equipo puesto que sólo se preocupó de poner en el campo su once de gala, sin sorpresas ni estrategias innovadoras. Destacaron: Valdés, con varias paradas demostró que hoy por hoy es el segundo mejor guardameta español; Puyol, durante la hora que estuvo en el campo, su salida propició la embestida de los blancos; Adriano, su rapidez, sus apoyos y polivalencia fueron vitales para contener el ataque al galope de los blancos; Messi, el mejor una vez más en todas facetas del juego; y Villa, protagonista de dos penaltis, uno que no fue pitado injustamente por Mejía Dávila cometido por Casillas.
Por el equipo blanco, hay que considerar que la estrategia de Mourinho no le dio mal resultado ante un equipo que es muy superior en la posición. Tenía claro el portugués que al toque no le puede disputar el partido a los azulgrana por lo que preparó otro partido. Césped alto para frenar la velocidad del balón y un campo de minas en el centro del campo con Alonso, Pepe, Khedira y Di María entregados a la presión. Al contrario de lo que pueda parecerle a algunos que reclamaron su presencia de inicio, la entrada de Ozil, con muchos futbolistas ya cansados me pareció muy inteligente porque es cuando su juego brilla todavía más, en caso de haber jugado todo el partido es cierto que el alemán hubiera llegado a ese momento de la segunda parte fundido. Destacaron: Casillas, con varias intervenciones de auténtico número uno como un balón que le despeja a Messi; Marcelo, un puñal en su banda al estilo Alves y que cuando estaba ya completamente agotado hizo la jugada del penalti que propició el postero empate de los blancos; Pepe, el mejor del equipo blanco sin lugar a dudas esencial para frenar a los azulgrana; Adebayor, su entrada fue vital porque aunque pueda parecer torpe ofreció a los blancos una alternativa de juego que hasta ese momento no tenían (un pase suyo vital a Khedira puedo haber supuesto el 2-1); y Ozil, lo hizo todo bien cuando salió al campo a falta de 30 minutos revolucionando el juego de ataque e imposible de frenar por los cansados futbolistas del Barcelona.

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